Alejandro Cánovas Pérez, expone apto para el ojo avizor del crítico,
pero sobre todo a la sensibilidad de aquellos lectores que se sienten
enriquecidos recorriendo el paisaje interior del otro, un nuevo poemario
intimista: Los mundos y el tiempo. [1]
Con el poder de síntesis propio de la más refinada de las creaciones artísticas (el poema) y a la altura del esfuerzo de los neoteroi
romanos, que trataban de hacer dialogar entre sí a métricas foráneas,
este poeta, en sus líneas predica sobre una soledad acompañada y nos
habla del amor y de lo que significa ( y el homo transfer es “repleto de
signos”) la más irreversible paradoja: las opciones impuestas, que
trascienden de su experiencia del bregar entre dos culturas y porqué no,
dos vidas, que como al dios Jano lo obligan a constantes revisiones
espirituales, de las que nacen (le nacen) “caminos de vida”, avanzando
en lenta y compleja espiral y de los que brota el verso como
consecuencia.
El nuevo volumen tiene todos los sellos o -casi
todos- para ubicarse con dignidad dentro de un género tan difícil y
dentro de un tópico constantemente revisado: el amor, para que cada
receptor reconstruya su propia resonancia, emanada desde este eco:
“El planeta” nos habla de (y esto es una tragedia de la que debe darse
cuenta el yo poético) de un inxilio signado por ser diferente en cualquier cultura; conmueve la formidable impronta de “Rebelión”, teniendo como antecedente al Fausto
de Goethe, en la que el sujeto lírico se sorprende (y nos sorprendemos
siempre con él) de un telón que inexorablemente cae... pero a este
Fausto lo abruma un mundo de expectativas no cumplidas... más que
instantes intensamente vividos.
Advierte a “alguien” que deje su mente abierta al ancestral aviso de los signos augurales (y non canimus sordis
nos decía otro poeta romano) para otorgarle así una prueba de
inconmovible constancia en la espera en “Palabras que debes escuchar”;
nos deja ver la tímida insinuación de peligro de “Una ola me viene a
besar”... donde el poeta mismo se sobrecoge de que puede enamorarse,
como otrora ,de una ola lejana... idea que retoma en “He aquí, de nuevo,
la primavera” con la cautela de un amor de otoño, que atisba la
incierta luz de una primavera renaciente....
Invito al lector a recorrer en los versos de Los mundos y el tiempo,
de A. Cánovas, un hipotexto enfocado con una luz especial (y esto más
que romántico resulta barroco) intensa y difusa y desolada , a la
altura de los paisajes extraterrestres de Crónicas Marcianas,
en los versos de los poemas escogidos para el colofón este nuevo libro ,
los titulados “Como en aquellos nacimientos” y en “La Barca del Sol
para recomenzar junto con el autor con lo que se “arrastre” de ángel y
de poeta hacia otro mundo, la reconstrucción siempre eterna de su
paisaje interior.
“Desde el comienzo y para siempre” – como dice A
.Cánovas en su poemario, quien escribe esta nota ha admirado el valor
“suicida” de los poetas, cuando desnudan así, sus almas.
Marcia Losada García.
Doctora en Ciencias Filológicas.
Caminos al pensamiento: Por la Utilidad de la Virtud
Sobre la autora del blog.
Marcia Losada García
LA HABANA, 1961
Índice ORCID: 0000-0002-9083-218XLicenciada en Filología Clásica en 1984, Máster en Estudios Semánticos Aplicados en 1999, Doctora en Ciencias Filológicas en 2003 por la Universidad de La Habana y Diplomada posdoctoral en Filosofía de la Complejidad en 2009, por el Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de Cuba. Se ha desempeñado como profesora titular de la Facultad de Artes y Letras y de la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana durante 35 años... leer más.