En honor al 8 de marzo, Día internacional de la Mujer
Un gran abrazo que abarque a TODAS.
No es hasta 1975 que la ONU instaura un día internacional para alabar a la mujer.
Pienso en que hace un poco más de 100 años, luego bien en tiempo histórico reciente, durante 1907, Clara Zetkin lidera nuestras exigencias en unión de un grupo de delegadas a la Conferencia Internacional de Alemania; ellas incitan y dejan testimonio del deber de vindicar nuestros derechos; rememoro a las trabajadoras golpeadas salvajemente (me arriesgo al epíteto) en 1875, en medio de la tan aclamada época progresista de La Revolución Industrial, mujeres trabajadoras que , en N.Y, salieron a las calles en busca también de sus legitimaciones ( de estas últimas, cuenta la leyenda que enarbolaban telas lilas en las que trabajaban en el taller en aquel momento, lo cual es todo un detalle).
Pues reflexiono por estos días sobre el modo de vida de nosotras las mujeres, porque se conmemora la fecha del 8 de marzo como un hito de vindicación del derecho de la mujer, en su lucha por alcanzar una vida plena en todos los ámbitos, luchas y sacrificios para conseguirlos justamente. Sacrificios que continúan, pues datos estadísticos publicados por organizaciones internacionales evidencian que nacer mujer en algunas culturas es aún un lastre: menos acceso a la educación, a ocupar puestos en la dirección de empresas, parlamentos, menor salario, carreras científicas truncas por tocarnos exclusivamente cuidar de la familia, se sufre por abuso físico incluso durante la jornada laboral, mutilaciones en variadas partes del cuerpo, las tasas de feminicidio crecen en algunos países exponencialmente. En la culta Europa, por ejemplo, la pandemia volvió a evidenciar que confinadas en su casa y a pesar de estar con sus familias, no llevaron, precisamente, la mejor parte.
Todo ello incita a continuar los reclamos.
En la vida cotidiana de Latinoamérica si una casa está sucia o la ropa mal lavada, si hay que inventar que se desayuna para ir al trabajo y a la escuela o la comida no está lista -después de hacer larga fila y culminada la primera jornada laboral ( la segunda, es nuestro trabajo en el hogar) o si los niños están “malcriados” y los enfermos desatendidos se dice: -a veces hasta por nosotras mismas- “eso es culpa de fulana”… y no de una responsabilidad mal compartida. Deviene lugar común se acepten y esperen de nosotras posposiciones o dejaciones en el horizonte de expectativas femenino, y aun en el posfemenino…esta última corriente, sospecho (solo sospecho) fue inaugurada por Clodia Pulcher…[1]
Pienso enfáticamente en todas ellas, y consecuente también en nosotras las cubanas (las gloriosas mambisas, las de la clandestinidad y las mujeres de ahora) mujeres estas últimas con las que compartimos centros de trabajo o vecindario, o simplemente un saludo mañanero, volcadas a la lucha no menos dura de la vida cotidiana; reflexiono en lo que hemos conquistado en lo que nos falta…
Resulta aliciente para mí, el que un poeta latinoamericano rubrique, interpretando el sentir de muchos, “mujer techo de mi vida” (C. Vallejo) y que el más universal de los pensadores cubanos, J. Martí, en su vida y en su obra, mas de una vez haya subrayado sitial de honor para la mujer. También gratificante me resulta nuestra ganada autoconciencia de seguir batallando en el ahora por una vida mas digna para todos y todas. Recordemos que el acto más valiente que podemos realizar siempre desde nuestros roles sociales, es pensar por una misma…en voz alta.
Marcia Losada
Dra C. Filológica
Profesora titular Universidad de La Habana.