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El museo del Louvre (pronuciación en español /lubre/ o /luv/; en francés musée du Louvre /myze dy luvʁ/ escucharⓘ) es el museo nacional de Francia consagrado tanto a las bellas artes como a la arqueología y las artes decorativas anteriores al impresionismo. Está ubicado en París, la capital del país, en el antiguo palacio real del Louvre. Sus extensas colecciones son el resultado del coleccionismo desarrollado por la monarquía francesa a lo largo de varios siglos, al que se sumó el esfuerzo de varias personalidades de la Ilustración, la labor desamortizadora de la Revolución francesa, las victorias militares durante las guerras napoleónicas, y las campañas arqueológicas y compras impulsadas durante el siglo XIX. En sus 210 000 m² se exponen unas 35 000 obras, de las cuales 7000 son pinturas, además de contar con 380 000 objetos y antigüedades.[1]
La apertura del Louvre en 1793 significó, dentro de la historia de los museos, el traspaso de las colecciones privadas de las clases dirigentes (monarquía, aristocracia e Iglesia) a galerías de propiedad pública para disfrute del conjunto de la sociedad.[3] Ello lo convirtió en precedente y modelo para varios museos.[4]
En sus modificaciones arquitectónicas y decorativas han intervenido múltiples artistas a lo largo de varios siglos, desde Claude Perrault y los pintores Simon Vouet y Charles Le Brun en el siglo XVII hasta Eugène Delacroix y Georges Braque, quienes pintaron algunos de sus techos.[5]
El Louvre es el museo de arte más visitado del mundo,[6] famoso por sus obras maestras, especialmente la pintura renacentista conocida como La Gioconda, de Leonardo da Vinci.[7] Otras piezas destacadas fueron seleccionadas en 2020 por el propio museo bajo el título «24 obras imprescindibles». La lista comprende, además de la ya citada pintura, obras como el Código de Hammurabi, El escriba sentado, La consagración de Napoleón y La Libertad guiando al pueblo, entre otras.[8]
De acuerdo a una ordenación cronológica de las colecciones nacionales, el Louvre muestra obras de arte anteriores a 1848. Casi todas las obras del siglo XIX avanzado, desde el realismo (Gustave Courbet) hasta el impresionismo y Henri de Toulouse-Lautrec, fueron transferidas al Museo de Orsay, y el arte moderno y contemporáneo se exhibe en el Centro Pompidou. Adicionalmente, la institución promueve dos subsedes, en Lens y en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos).[9]
El museo le Louvre de París está integrado por 3 edificios principales, llamados ailes o pabellones, uno ubicado al sur del museo, llamado pabellón Denon, el central, llamado pabellón Sully, y el pabellón norte, designado como pabellón Richelieu. En ocho siglos de historia el museo del Louvre de París no ha dejado de adquirir colecciones y diversas obras de arte, siguiendo la evolución de la historia del arte y de la arqueología.[10]
Start-up de EE. UU. asegura poder convertir mercurio en oro – DW – 29/07/2025
29 de julio de 2025
Imagen: Dreamstimex Bwylezich/Dreamstime/IMAGO
Marathon Fusion dice que su método podría ofrecer una oportunidad para cambiar por completo la economía de la energía de fusión.
Una start-up con sede en California afirma haber desarrollado un método para solucionar "el gran reto milenario de la alquimia": convertir metales comunes, como el mercurio, en otro preciado metal, el oro.
La empresa, Marathon Fusion, sostiene en un comunicado que su propuesta sería escalable y económicamente viable, aunque por ahora solo existe en simulaciones.
Fabricar oro mediante procesos nucleares no es imposible, pero sí extremadamente complejo y costoso. Hasta ahora, los intentos han producido cantidades insignificantes.
Por ejemplo, el proyecto ALICE (Experimento del Gran Colisionador de Iones) de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), con sede en Ginebra (Suiza), solo pudo crear 29 picogramos de este preciado mineral en cuatro años.
A ese ritmo, explica Adrian Bevan, catedrático de Física de la Queen Mary University of London, "se necesitarían cientos de veces la vida del universo para producir una sola onza troy de oro", dice en una publicación de The Conversation.
Marathon Fusion propone una nueva fórmula: aprovechar los neutrones de alta energía que genera la fusión para transformar mercurio-198 en mercurio-197, que en pocos días se desintegra en oro-197, el único isótopo estable del metal precioso.
Con este método, una planta de fusión podría producir hasta 5.000 kilos de oro al año por cada gigavatio de electricidad que genere, sin afectar su producción de energía, según la empresa.
La propuesta, publicada en la revista de preimpresiones arXiv, aún debe ser revisada por sus pares, por lo que su viabilidad técnica es incierta.
Para su realización se requieren neutrones con energías superiores a seis millones de electronvoltios, algo difícil de sostener de manera continua: "Si esto funciona, es una idea interesante", apunta Bevan.
El mayor problema es que su hipótesis tiene base en una simulación digital, ya que los reactores de fusión aún no existen a escala comercial: "Hay muchos retos que superar antes de que los científicos puedan hacer realidad un reactor de fusión comercial", subraya Bevan.
Otro tema que la compañía parece ignorar es que todo este proceso para fabricar oro ocurre en un reactor de fusión. Es decir, el oro fabricado sería inicialmente radiactivo, lo que significa "que se clasificaría como residuo radiactivo y, por tanto, tendría que gestionarse durante bastante tiempo después de su producción", señala el físico.
El experto estima que el procesamiento de esos residuos para convertirlos en formas utilizables de oro puro "supondría un nuevo reto al que habría que hacer frente", pero que este "no disuadirá necesariamente a los inversores a largo plazo".
Si el método propuesto funciona, podría acelerar la construcción de centrales de fusión en todo el mundo. Asimismo, ofrece una oportunidad para cambiar por completo la economía de la energía de fusión: las plantas ganarían tanto dinero produciendo oro como generando electricidad, lo que duplicaría su valor.
Sin embargo, por ahora, "sigue siendo una propuesta atractiva sobre el papel, pero aún estamos lejos de iniciar una nueva especie de fiebre del oro", concluye el especialista.
Editado por Jose Urrejola, con información de The Conversation, marathonfusion.com, La Vanguardia
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